sábado, 18 de junio de 2016
El Gozo Llega en la Mañana
"Por favor, Señor, que tu presencia sea evidente para mí hoy ..." Esta ha sido mi oración constante por los últimos seis meses. Esto es lo que he pedido no solo para mí, sino también para la gente que me rodea, ya que caminar por ese valle de las sombras de la muerte es imposible sin la presencia viva de Cristo en nuestras vidas…
Su presencia es lo que nos sostiene, lo que nos consuela, lo que nos mantiene juntos, lo que nos fortalece ... y en estos momentos yo siento gran necesidad de todo eso ...
En fin, recuerdo claramente cuando comencé a orar esta oración específicamente para mí. Fue una noche de sábado, mientras me consumía la preocupación por unas pruebas médicas que me tenía que hacer. Me fui a dormir esa noche con gran angustia, rogando que Cristo me revelara su presencia de manera evidente. Al día siguiente, nos levantamos temprano para ir a nuestra iglesia y al entrar al edificio, como sucede siempre, mi corazón comenzó a sentir el calor del entorno familiar. Después de todo, fue dentro de esas paredes, hace años, que Dios decidió que era hora de que yo escuchara, quizás por primera vez, el Poder de Su Palabra a través de la proclamación de nuestro Pastor Doug al igual que a través del abrazo de mis hermanos y hermanas en Cristo.
Una vez más, ese domingo, entre los acolchados bancos de cojines anaranjados brillante, frente a aquella gran cruz de madera que impresionantemente sostiene literalmente, todo el santuario ... Me fue superado por el poder del Todopoderoso. El mensaje que oí esa mañana me cayó a la medida. Era un mensaje de alegría ... y cómo la alegría no depende de nuestras circunstancias, sino de nuestra relación con Cristo.
No puedo reproducir las palabras exactas, pero sé que me pegaron fuertemente. Era la idea de que a pesar de que puedo perder mi felicidad, debo aprender a no perder nunca de mi alegría y mi gozo. No importa en qué situación me encuentre, tengo que aprender a re-dirigir mi vista hacia él ... para amarle, y servir a sus hijos y hablar de mi fe ... y la paz que viene con la confianza en Su plan me cubrirá más allá de toda mi comprensión.
Yo estaba impresionada por su misericordia ... y canté sobre eso también, lo que me pareció simplemente como la cereza proverbial encima del mítico helado ...
Entonces, como si eso fuera poco, asistí a la escuela dominical, y por supuesto ... la clase entera giraba en torno al tema de los efectos negativos de la preocupación excesiva. Lo que más resonó en mi espíritu era la afirmación de que si llenamos nuestro tiempo de la ansiedad con la oración, no habría espacio para la preocupación porque no podemos continuar preocupándose al mismo tiempo que oramos ... es simplemente uno o el otro.
Otra cosa que me hizo reflexionar sobre la idea de que Dios nos da las situaciones que pueden parecer como más de lo que podemos soportar, pero en realidad es necesario que nos sintamos así. De no ser de esta manera, si todo lo que nos diera en esta vida tuvieran soluciones fáciles, no sentiríamos la necesidad de Él. Nos sentiríamos autosuficientes. La dificultad tiene un propósito. Y su principal objetivo es que nos permita conocer más a Cristo, Aquel que verdaderamente puede poner fin a todo el sufrimiento ya que Él hace nuevas todas las cosas. La naturaleza humana es así, con demasiada frecuencia necesitamos la oscuridad de las profundidades de la fosa para que demos vuelta a la cabeza hacia la Luz.
Es imposible poner en palabras cuan refrescada me sentí mientras estábamos en el recorrido de vuelta a casa en aquel domingo. Me invadió la melancolía ... estaba sobrecogida por la alegría ... la dulzura simple de saber que nunca estoy realmente muy lejos de Aquel que me sostiene, porque Él vive en mí y su presencia viene a mi rescate, independientemente de donde me encuentre.
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