viernes, 19 de diciembre de 2014

Dios con Nosotros




Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Isaías 7: 14

Esta profesía fue dada por Isaías unos 700 años antes del nacimiento de Jesús. Es la profesía que anuncia el milagroso advenimiento de Nuestro Señor al mundo en carne viva.

La más profunda revelación que tiene repercusión para los hijos de Dios a través de la historia es que este infante que nacerá de la virgen es el Gran Emmanuel…El Dios con Nosotros.

Con su nacimiento, Jesús se convierte en el Dios presente. Jesús es la Persona Divina que, en carne y hueso, es verdadero Dios y verdadero hombre. Es el que había sido anunciado y el que viene para cumplir la promesa de salvación. Por su sangre somos lavados y por su muerte somos perdonados. Es el único cordero perfecto cuyo sacrificio paga nuestras deudas y nos deja limpios para poder un día entrar en la presencia del Todopoderoso. Es aquél quien resucita para darnos la esperanza de vida eterna y quién al ascender al cielo nos deja al Espíritu Santo para que su presencia sea permanente dentro de nuestras almas. Es aquél quién viene para edificar el templo dentro de sus escogidos, donde vivirá por siempre con nosotros, Emmanuel.

Ese es el regalo, el primer regalo de Navidad…el único regalo que importa.

Dios hecho hombre, habitando entre nosotros, dándonos el regalo de su presencia…ese es el verdadero sentido de la Navidad.

En medio de nuestros problemas terrenales, de nuestras preocupaciones, de nuestra soledad, de nuestra enfermedad, de nuestra ansiedad y de nuestro sentido de pérdida…Emmanuel! Emmanuel! Dios con Nosotros! Amen!



jueves, 18 de diciembre de 2014

Profesías del Nacimiento de Cristo


Pero tú, Belén (Casa del Pan) Efrata,
Aunque eres pequeña entre las familias de Judá,
De ti Me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel.
Y sus orígenes son desde tiempos antiguos,
Desde los días de la eternidad. Miqueas 5: 2

Siendo alguien quien nació en una pequeña ciudad en medio de una de las pequeñas naciones centroamericanas, me siento identificada con este pasaje. Me identifico con esta porción de la historia del nacimiento de Cristo sobre todo cuando pienso en mi tierra natal de la forma que la misma era en el pasado, cuando yo crecía allí. En aquel entonces, mi patria chica era más bien un pueblo adormilado en el cual no mucho acontecía. Era el tipo de lugar tranquilo, en el cual todos conocían el nombre de todos. Solo había que mencionar un apellido y ya se sabía exactamente no solo la familia sino el domicilio de los miembros de la misma. Salvo unas cuantas festividades al año, mi pueblo de origen era el lugar ideal para vivir una vida sencilla, en medio de la paz que trae consigo el anonimato.

Hoy, sin embargo, la historia es completamente distinta. Mi terruño está sorprendiendo a la nación entera, sobrepasando las expectativas de todos y convirtiéndose en centro de operaciones comerciales y de comunicación. Grandes cosas suceden hoy en el que un día fue un lugar más bien insignificante en el gran marco universal. Igual que Belén…el pequeñito pueblo de Belén…el insignificante Belén, del cual nadie nunca pensó nada bueno podría surgir, se convirtió en el lugar escogido por Dios para que fuera el escenario donde el acontecimiento más transcendental de la humanidad sucediera: la cuna del Dios Encarnado.

¿No es esta acaso otra muestra de cómo El Todopoderoso utiliza lo ordinario, lo que el mundo no valora, para desenvolver lo más profundamente extraordinario y valioso?

Belén, La Casa del Pan, convertido por el plan de Dios en la casa que vio nacer al mismo Pan de Vida! (Juan 6: 35) ¡Perfectamente maravilloso!

Cuando nadie prestaba atención, cuando el mundo entero dormía excepto por un grupo de solitarios y desposeídos pastores quienes cuidaban a sus ovejas en los campos adyacentes, el pueblo natal del Rey David se convirtió en el pueblo natal del Rey de Reyes!

Es el gran giro divino, tal y como Nuestro Dios gusta de realizarlos: El Señor de los Señores encuentra su cuna entre los desvalidos.

Grandes milagros suceden cuando y donde menos nos los imaginamos. 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

La Plenitud del Tiempo



Aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado (el Imperio Romano). Este fue el primer censo que se levantó cuando Cirenio era gobernador de Siria. Todos se dirigían a inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén (Casa del Pan), por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, comprometida para casarse con él, la cual estaba encinta. 
(Lucas 2: 1-5, La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy)

¿No les parece maravilloso cuan organizado es Dios? Su divina atención a los más mínimos detalles se revela en su grandioso sentido del orden. Solo basta con mirar a toda su creación. Admirados apreciamos como cada elemento tiene su lugar. Sin embargo, la manera en la que se desenvuelve su plan también refleja algo más…el desarrollo del plan de Nuestro Señor generalmente nos muestra su insaciable sentido por lo inesperado. El elemento sorpresa en sus elaborados diseños de vida es un factor que nunca falta en el guion de la historia que Él tan cuidadosamente prepara para cada uno de sus hijos.

Nuestro Dios ama las historias. Y lo más fascinante es que sus historias son muchísimo más intrigantes y complicadas que cualquiera que haya sido creada por los más grandes genios literarios de nuestro mundo.

Al acercase la Navidad, leemos el pasaje anterior en el que Lucas nos narra la historia del nacimiento de Jesús. En este detalle inicial de la más transcendental historia jamás narrada, vemos la afinidad de Dios por lo teátrico. Él no tenía que hacer el nacimiento de Cristo tan complicado. Él bien pudo haber colocado a María y a José ya en aquél pequeño pueblo de Belén para que Jesús cumpliera la profecía del Viejo Testamento hablada por Miqueas, capítulo 5 versículo 2:

Pero tú, Belén (Casa del Pan) Efrata,
Aunque eres pequeña entre las familias de Judá,
De ti Me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel.
Y sus orígenes son desde tiempos antiguos,
Desde los días de la eternidad.

No, eso habría sido demasiado fácil para Nuestro Dios. En vez, los planes de Nuestro Señor fueron inmensamente más interesantes que eso. Un Censo…una herramienta un tanto política fue la que Nuestro Señor escogió para cumplir la Santa Profecía y propósito cuando llegó la plenitud del tiempo…(Gálatas 4: 4)

¿No es acaso ésta la forma en que Dios desarrolla su plan para nosotros también? ¿No se siente a veces, a menudo más bien, como si la vida no es más que un gigantesco laberinto? La vida es realmente un inmenso rompecabezas el cual no nos es posible ni siquiera poder empezar a armar por nosotros mismos, pero apenas llega el momento preciso…Él comienza a colocar las piezas en su lugar perfectamente mientras nosotros nos quedamos atónitamente contemplando como cada pequeña y aparentemente insignificante pieza cabe gloriosamente en su lugar.

Es en realidad sumamente intrincado, pero cuando hablamos del plan de Dios, no hay palabras que parezcan apropiadas para describirlo. Algunas veces Él nos permite descifrar algunos detalles en este lado del paraíso, pero no será sino hasta cuando lleguemos a Él que lograremos entender el sentido de todo. Es en nuestra casa eterna donde encontraremos las respuestas.

¿Cómo luce el plan de Dios para su vida hoy en día, se ve cómo un camino derecho o más bien como un laberinto? ¿Está usted confiando en Nuestro Señor y permitiéndole que lo llene con la paz que solamente Él puede ofrecer de manera que pueda estar tranquilo y saber que Él es Dios (Salmo 46:10)?