lunes, 3 de noviembre de 2014

Viva Panamá!



Sale el sol al son de tambores, trompetas, trombones, marimbas y repicadores. Jóvenes caminan apurados hacia el punto de reunión con sus uniformes bien aplanchados. La banda se alinea, sus miembros todos engalanados. Directores, maestros y maestras dan sus finales instrucciones mientras el público se aglomera en las aceras con cámaras buscando ansiosos los rostros de sus hijos que participan en el desfile. Es tres de noviembre en Panamá. Día de la Independencia, día de fiesta, día de alboroto, día para hacer memorias, día para recordarlas…

Lejos, en la distancia, los recuerdos vienen a mí en avalancha tanto en sueños como despierta. El tres de noviembre es fecha de singular significado no solamente por ser el día más grande en mi patria, sino porque era el día de cumpleaños de mi padre. Dos años hace que no lo celebramos con él aquí en la tierra…dos años hace que se nos fue.

Su presencia, sin embargo, continúa viva en mí. Él fue uno de esos hombres que es imposible olvidar…que es imposible reemplazar. Un Roble fuerte que nos sostuvo seguros bajo la sombra de sus ramas hasta que llegó el día en que la última tormenta l zafó del suelo de raíz.

La tristeza se adormece con el tiempo, pero hoy, en la fría mañana que me saluda separada del algarabío novembrino en mi querido terruño, siento el vacío de la pérdida revivir en mi corazón.

Mi único consuelo es saber que mi padre celebra en el cielo junto al gran amor de su vida, mi querida madre quién también ahora mora en una de esas mansiones que a los que llamamos a Cristo, Señor, nos esperan.

Mientras llegue mi hora, navegaré hacia la aurora de la mano de aquellos que Dios ha puesto a mi lado por ahora…anhelando el día del reencuentro, en ese momento cuando desembarque en esa otra la orilla de la eternidad donde no hay más lágrimas ni tristeza ni despedidas ni dolor ni miedo.

Feliz Día de la Independencia, Panamá y muy feliz cumpleaños, Papá!

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