Antes de pasar al siguiente Fruto del Espíritu, hay un aspecto fundamental sobre el amor que me gustaría mencionar: el amor como sacrificio.
No me pregunten cómo, pero yo recuerdo una canción de los años 70, 1975 para ser exacta, que habla sobre como el amor duele, hiere, y marca, dejando cicatrices…y que el amor es una mentira. Es una canción en inglés y dice: “Love hurts, love scars, love wounds…love is just a lie” (lo cómico es que esta canción es del grupo llamado Nazaret, lo cual es súper apropiado para nuestro tema, ¿no es cierto?) En fin, sí, es así, ¡el amor sí duele! Y una de las razones por las que duele tanto es porque el amor implica sacrificio.
El amor sin sacrificio no es verdadero amor. Es egoísmo.
El sacrificio no es fácil, ya que requiere entrega…entrega de sí mismo a otros, por el bien de otros. El sacrificio implica dar lo que más apreciamos… El sacrificio es también dejar ir y dejar ir no es nada fácil. Yo no sé ustedes, pero yo ni siquiera puedo dejar ir las cosas que no me gustan! Imagínese dejar ir mis más preciadas posesiones, como mis hijos, o mi vida misma. Bueno, eso es precisamente lo que el verdadero amor exige de nosotros. Exige nuestra vida a cambio de la vida de aquellos a quienes amamos. Sin embargo, lo milagroso es que gracias a este último sacrificio, al final, ambos terminamos viviendo!
El amor duele, ¡MUCHO! Pregúntale al Padre ... pregúntale a Cristo ...
Juan 10:11 "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.”
Juan 15: 13 "Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé[a] su vida por sus amigos."
1 Juan 3:16 Así es como hemos conocido el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Y nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos y hermanas.
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16